sábado, 3 de mayo de 2014

TRAGEDIA DE ARMERO

Se conmemoran 27 años de la tragedia de Armero. Un día después de la avalancha, esta fue la primera fotografía que se transmitió al mundo.

LA TRAGEDIA DE ARMERO EN LA PRENSA COLOMBIANA


 Cuando las cenizas del Palacio de Justicia aún no terminaban de apagarse, la erupción del volcán del Nevado del Ruíz enlutó de nuevo al país. Germán Santamaría, enviado especial de El Tiempo, publicó una serie de crónicas narrando con elocuentes detalles la penosa e inútil hazaña de rescatar a un pueblo sepultado por el lodo. Santamaría inmortalizó la imagen de Omaira Sánchez, la niña que murió frente a los ojos del país y se convirtió en el rostro de la tragedia. Con crónicas y reportajes, la prensa se encargó de narrar las historias humanas de dolor y coraje en un desastre natural que acabó con la vida de 20 mil personas en pocos minutos.

LO QUE EL LODO SE LLEVO



El miércoles 13 de noviembre se convirtió para los colombia­nos la remembranza de una fecha horrible y dolorosa en el calendario. Un cráter del volcán Nevado del Ruiz hizo erupción y al causar su deshie­lo parcial produjo un alud de lodo y piedras que se precipitó sobre regiones de Tolima y Caldas, sepultó a la ciudad de Armero y ocasionó estragos en Chinchiná y otras poblaciones.
Por lo menos 22.000 personas murieron o desaparecieron, otras 5.000 resultaron heridas, 10.000 quedaron sin hogar y centenares de animales se ahogaron a lo largo de 25.000 hectá­reas de llanura de Tolima y Caldas que el lodo cubrió.
La tragedia natural más grande ocurrida en Colombia había sido anunciada. El 10 de diciembre de 1984 se reactivaron las “fumarolas” del cráter Arenas. Este había estado activo toda su vida, pero desde 1595 no había hecho erupción. A este fenómeno siguieron una serie de raras manifestaciones que se produjeron con cierta periodicidad tales como temblores, lluvia de cenizas, ruidos, torrenciales precipitaciones y un olor permanente a azufre originado por los gases emanados del volcán. Así, los 50.000 habitantes de Armero y poblaciones aledañas comenzaron a observar con temor lo que hasta entonces habían visto como un legado de la naturaleza, uno de los atractivos turísticos más importantes de Colombia.